Entre los días 23 y 25 de septiembre de 2010, se celebró en el Columbia College Center de Chicago un Simposio en el que se habló de la vida y faceta artística de Michael Jackson. Genios sin Fronteras: Un Simposio en honor del Genio Michael Jackson.
Entre los asistentes se encontraban Greg Phillinganes y Siedah Garrett, que compartieron muy buenas y divertidas historias con el público. Historias sobre Michael Jackson y cómo era trabajar con él.
Siedah contó cómo nació Man in the Mirror. Para ella no fue nada fácil entrar en este negocio. Tuvo que hacer audiciones para cada pequeña cosa que podía. Así, tras muchas audiciones, acabó trabajando con Quincy Jones. Al principio no tenía mucha experiencia como compositora, solo había escrito poemas. Un día, mientras charlaba con alguien por teléfono, en un momento determinado de la conversación, esta persona le dijo, “¿Qué hombre? Oh, el hombre del espejo.” Y por alguna razón ella escribió esa frase mientras escuchaba.
Más tarde, otro día, estaba trabajando en algunas canciones –porque sabía que Quincy estaba trabajando con Michael Jackson y querían otra canción para el álbum BAD- y alguien (imagino que era Glen Ballard, co-autor de la canción) estaba tocando el piano la melodía que acabó siendo el comienzo de “Man in the Mirror”. En ese momento ella estaba mirando la libreta en donde anotó la frase y cuando la vio, sucedió que de repente la letra de la canción empezó a llegarle y no podía escribir lo suficientemente rápido para ponerla sobre el papel. Poco después la canción estaba terminada y ella muy contenta. Llamó a Quincy para decirle que tenía una canción para Michael. Sin embargo, Quincy no estaba tan entusiasmado. Siedah empezó a rogarle por teléfono a Quincy que escuchara la canción y tanto le rogó que Quincy acabó diciéndole, “OK, sh*t. Tráemela. “
Se la llevó a Quincy justo cuando estaba en medio de una importante reunión. Así que todo el mundo estaba algo “molesto” por su interrupción. Le rogó que la escuchara y él dijo, de nuevo, “OK, sh*t” y dio un portazo.
Más tarde recibió una llamada del señor Jones, diciéndole que había escuchado la canción y pensaba que era estupenda. Siedah estaba en el séptimo cielo, cuando escuchó un “pero”…. Y se vino abajo. Quincy continuó diciendo, “Me gusta la canción pero Mike no usa canciones de otra gente. Le gusta estar involucrado en la creación de la canción, crear sus propias canciones, bla, bla, bla…” Acabó diciéndole que no se preocupara, que si Michael no la quería, se la daría a James Ingram. Cosa que no consoló en absoluto a Siedah.
Más tarde recibió otra llamada.
Quincy: Bueno, estamos grabando tu canción.
Siedah: ¿?
Quincy: Pero…
Siedah: ¿¿??
Quincy: Michael dice que el puente no es lo suficientemente fuerte. (se oye a alguien hablando al fondo) Y el primer verso debe ser más largo. Y… y… sabes qué? Espera.
Michael: Hola…
Siedah: (hablando para sí misma: Oh Dios Mío!!!! Mi Marido!)
(FUERTES RISAS en la audiencia)
Siedah, como miles de mujeres en todo el mundo, dijo que amaba a Michael Jackson y, para ella, era su marido. (Risas) Pero tenía que mantener la calma mientras hablaba con él. Así que mientras estaba histérica por dentro, puso voz de telefonista y dijo:
“Hola, ¿en qué puedo ayudarte?”
(FUERTES RISAS DE NUEVO ENTRE EL PÚBLICO)
Michael le dijo que le gustaba la canción pero creía que había que trabajar más sobre ella. Y le pidió que la terminara. Hizo seis puentes diferentes para la canción.
Cuando llegó el momento de hacer los coros para el tema, Siedah tuvo que ir al estudio para cantar con Michael. Iba a encontrarse con él, y por supuesto, estaba al borde de un ataque de nervios. Se forzó a sí misma a mantener la calma; ¡no quería comportarse como la fanática gritona que habitaba en su interior!
De modo que mantuvo la calma cuando se encontró frente a él. Lo revisó de arriba abajo, porque recuerda cada detalle de la ropa que llevaba puesta. Fedora negro, camisa blanca, chaqueta roja, pantalones negros, mocasines… Lo único que echó de menos fueron sus calcetines blancos. Miró a sus pies y vio que en uno llevaba un calcetín marrón y en el otro uno azul. Así que, después de pasar un rato juntos y conocerse un poco mejor a lo largo del día, le dijo, “Michael, ¿qué les pasa a tus calcetines?” Michael la miró y dijo, “Estaba oscuro cuando me vestí.”
Al día siguiente, Michael se acercó a ella sonriendo abiertamente. Le dice, “Adivina qué”
“¿Qué?”
“Mis calcetines están parejos.”
Siedah miró sus calcetines y eran los dos azul celeste. Le dijo,
“Sí, son iguales, pero… no encajan con lo que llevas puesto!”
Y otra vez todo el público muerto de risa.
Michael se partió de risa también como diciendo, “Seid, estás loca.”
También contó la historia detrás de la canción “I Just Can’t Stop Loving You.” Casi todo el mundo sabe que esa canción la iba a cantar con Barbra Streissand (una idea rechazada por Quincy porque le parecía demasiado mayor). Después se suponía que sería Whitney Houston, pero estaba ocupada. ¿Quién estaba allí? Siedah. Le dieron la letra. Vio el nombre de Michael, su línea, después su nombre y su línea. Estaba emocionada. Iba a cantar un duo con “su marido.”
Lo que no sabía en ese momento es que Michael era un gran bromista.
Había siempre tantas risas y bromas en el estudio que Quincy se cabreaba. Así que cada vez que Quincy se cabreaba con una broma, Michael se las arreglaba para fastidiar a más gente en el estudio.
Cuando estaban grabando I just cant stop loving You , Quincy ponía “cara de serio” y le decía a Siedah que cantara su parte. Ella se ponía detrás del micro y empezaba a cantar. De repente, le empezaban a caer palomitas de maíz y cacahuetes en la cabeza (hizo una hilarante recreación de sí misma intentado cantar mientras llegaban volando cacahuetes directos a su cabeza). A Quincy no le hacía gracia, le gritaba que dejara de jugar y se pusiera a cantar. Y ella pensaba, “Oh, claro, es culpa mía que Michael siga tirándome cosas?!” Y Michael, mientras tanto, estaba en una esquina partiéndose de risa.
Siedah pasaba la mayor parte del tiempo con él en el estudio, aparte de ir de gira con él. Grabar con él fue la mejor experiencia de su vida. Michael tenía una manera especial de hacer sentir importante a cualquiera que estuviera a su alrededor. Era muy atento y les hacía sentir que les importaba y que podía aprender algo de ellos.
Hubo un momento muy emotivo cuando Siedah dijo que a Michael le gustaba observar las cosas y a veces estaba echado en el balcón mirando a todo el mundo. Entonces miró hacia el cielo y dijo, “como ahora.”
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