El director de cine Rob Cohen conoció a Michael Jackson en Nueva York en 1978, en el rodaje de "The Wiz", la versión negra cinematográfica de la producción de Broadway "El mago de Oz", protagonizada por Diana Ross. Era un hombre sensible que cuando salíamos a cenar, él era vegetariano, pedía disculpas a cada verdura antes de que se la comiera. Ordenó verduras al vapor y literalmente decía: "Lo siento, Sr. Zanahoria""Lo siento, Sr. Broccoli". Era tan empático con otras personas y con todos los seres vivos, es realmente lo que más recuerdo de Michael, incluso más que su baile y su canto. Cuando hablé con Michael, realmente decía lo que estaba sintiendo. Recuerdo que una noche haciendo una sesión de grabación para "Ease On Down The Road", y Quincy [Jones] estaba en los pasillos del estudio. Michael estaba allí con Diana, y Diana estaba cantando su parte, y luego decía "Está bien, Michael, ahora te toca a ti cantar tu parte." Michael hizo un riff de "Ease On Down The Road" con esa voz angelical y dulce, y los ojos de Quincy se iluminaron. Nunca lo olvidaré. Era como ver a un leopardo mirando a una cabra. Quincy estaba como, "¿Qué?" Y a partir de ese momento, los dos estaban unidos, y pronto fueron a hacer "Off The Wall" y luego "Thriller", y todo empezó allí en ese momento. Él amaba New York. Lo teníamos a él y LaToya en un apartamento en Central Park West y, a veces yo le recogía y lo dejaba allí, y siempre observe toneladas de cajas de agua Perrier. Yo decía, por último, "Michael, ¿qué pasa con toda esa Perrier?" Y él dijo: "Me gusta bañarme en ella. Me gustan las burbujas." Cada de vez en cuando, tenía que salir conmigo al Studio 54 una noche de fin de semana y siempre nos íbamos con un gran grupo de modelos de moda y podíamos salir y bailar y él sólo encendía el lugar. Ya tenía esos movimientos, ¿sabes? Él no los inventaba solamente para sus videos. Él no los hacía tan bien en aquél entonces, pero hizo aquellos giros y el moonwalk, un poco de Fosse, un poco de Astaire. No tenía ni idea del efecto que ya tenía en la gente. Nos gustaba volver en la limusina, con él a final de la noche y le decía, "Michael, sabes que puedes volver a casa con esa chica, o o podrías y con esa otra. ¿Por qué no tomas a alguna de estás chicas y te vas con ella? " Y él decía: "Realmente, ¿realmente crees que le gusto a una de ellas?"